jueves, 16 de abril de 2009

LA PARTERA


Con más de 45 años de oficio, Reina trae al mundo a bebés según la tradición aymara.
Viernes 10 de abril de 2009
Por Rossana Chávez / La Nación


Ya está todo dispuesto para el parto. Reina Cáceres (64) sabe, sólo con mirar a la embarazada, que ya es hora de dar a luz. El pulso de la futura mamá está acelerado y la "guatita" ya ha bajado lo suficiente. Los nervios de la madre y su familia le son más que conocidos.


Para que todo salga bien, la madre debe haber seguido al pie de la letra todos sus consejos. Tomar mucho té caliente de canela, orégano, albahaca o simplemente café, tener siempre, pero siempre, la "guatita" abrigada, ya sea con mucha ropa o con paños tibios. "Si ella no se cuida la guatita se puede pasar de frío y la guagüita puede salir con problemas a los riñones o hígado", asegura Reina, quien lleva más de 45 años trabajando como partera.


Este cuidado incluye dejar de bañarse todos los días. Lo recomendable es -asegura- hacerlo día por medio durante los nueve meses de gestación, asumiendo que tampoco se debe hacer fuerza ni trabajar en exceso.


Una de las complicaciones que puede tener un embarazo es que el bebé no venga en la posición adecuada, lo que se puede determinar desde los seis meses. Pero como Reina dice tener un don entregado por Dios, sin mayores problemas puede girar al bebé de posición, colocando su mano sobre el vientre de la madre sin que ello cause dolor o incomodidad para la mamá.


Si todos sus consejos fueron tomados y realizados al pie de la letra, la mujer está lista para tener a su bebé sin problemas. Así lo comprobó por 45 años, cuando como partera recorría su Coscaya natal y sus alrededores -como Pica y Huara- entrando a las casas de quienes la llamaban para que trajera al mundo a sus hijos. Gracias a la fama que obtuvo, fueron muchos los llamados y visitas que le hicieron los encargados del programa Orígenes, que buscaba formas de recuperar las tradiciones de pueblos originarios, en este caso, el aymara.


Aunque se negó por un tiempo, Reina finalmente aceptó llevar su oficio al hospital de Iquique, para así entregar -a quienes se inscriban en una lista- la posibilidad de tener un parto según las creencias de su pueblo, conocimiento que no heredó de su madre ni de algún familiar, simplemente "de Dios".


Ahora, entra a las salas de parto junto a una matrona o un doctor, donde la madre es ubicada en la posición más cómoda para empezar el parto, generalmente sentada o "en cuclillas". Además de asistirla, se preocupa de cuidar su privacidad y entregarle mucha confianza y atención a sus pacientes, que es -asegura- lo que marca la diferencia con el parto común. "Las personas del interior nos preocupamos mucho de nuestra privacidad y de nuestro cuerpo", asegura Reina. Por eso lo ideal es que en la sala haya la menor cantidad de gente posible, sostiene.


Ya lleva cinco años en el hospital y aunque el programa Orígenes está en pausa, se están reorganizando para reanudarlo idealmente el próximo mes. Así los 250 bebés que Reina ha ayudado a nacer seguirán aumentando, mientras ella sigue estando orgullosa de rescatar parte de las tradiciones indígenas del norte.
Fotografía: La Nación

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